Pienso que a mis 70 años de edad, he vivido más que tres personas de mi edad juntas. He saboreado los momentos tristes, amargos e incluso los terribles, como si de un exquisito néctar se tratara. Me he emborrachado de momentos de placer y alegría, guardándolos íntimamente en mi ser para que nadie pueda hurtarme un ápice de ellos. He sentido interiormente los intensos momentos de amor, y me he mostrado orgulloso ante los momentos de desamor. Sin que nadie viera como mi alma lloraba en secreto desgarrada en jirones. Me he mostrado indolente ante las situaciones aterradoras para que nadie notara ese miedo que parecía carcomerme los huesos interiormente e incluso llegaba a paralizar mi mente. He mirado de frente a la muerte, sin pestañear, sin temor, sin rencor y esperando que esos fueran los últimos momentos de mi vida, pues siempre he estado preparado para recibirla. Pero la Parca, parece que disfruta poniéndome al borde del precipicio. En definitiva, siento que he vivido cada momento que mi existencia me ha hecho experimentar, enriqueciendo mí forma de pensar y sentir la vida, pero guardando silencio, como si de un secreto se tratara.