GORRIÓN
Esta poesía está hecha a una persona que quise muchísimo, y estoy seguro que ella a mí, pero la vida nos doto de característica y gustos diferentes y debido a ello, debimos terminar muy a pesar nuestro.
En una jaula de oro
un gorrión encerré,
lo soltaba y volvía,
no sabía vivir sin mí
pero tampoco conmigo,
pues en la jaula encerrado
se ponía como loco.
Lo recogí yo un buen día
aterido y moribundo,
con todo el amor del mundo
lo devolví a la vida,
y ahí que pobre y agradecido
quería vivir conmigo,
y cantando a su manera
me daba lo que tenía,
no era el canto de un jilguero,
del ruiseñor o la alondra,
mas me premiaba en su canto
aunque era su agonía.
Un día, después de poner mi mano
sobre su pardo plumón,
lo acaricié con ternura
mientras hablaba con él,
y en un bosque muy lejano
al gorrión lo solté,
cerré puertas y ventanas
para impedirle volver,
y fue mi muestra de amor
que con dolor le brindé.