De mi libro MI AMIGO JOSÉ, disponible en Amazon
VER Y SENTIR LA VIDA
Por aquel tiempo, yo escribía ya algunas poesías y él las leía sin decirme nada, pero un día en que estaba escribiendo una y le taché unas palabras, me dijo:
J.─ ¿Por qué le tachas esas palabras?
A.─ No me gusta como quedaron.
J.─ ¿Qué estás escribiendo: un verso o una poesía?
A.─ Una poesía.
J.─ Bueno, piensa que la poesía es un sentimiento que se pare igual que a un hijo, ¿tú crees que una madre cuando su hijo nace, empieza a revisarlo y medirlo para ver si es perfecto? ¿Y si lo hiciera, qué haría si viera que tenía una pierna más larga que la otra, le cortaría un pedazo? No, hijo, para su madre es perfecto, sea como sea. Lo mismo debe ser tu poesía para ti en el momento de hacerla; si en realidad tú escribes lo que sientes, cortar una palabra o una frase es como castrar tus sentimientos.
A.─ Pero es que a veces no me parece que pega.
J.─ En la poesía solo debes buscar expresar tus sentimientos, en la forma más bella y clara posible, para que todos lo entiendan. Es más, desde hace años, en el poema no es necesaria la rima.
A.─ Pero a veces no soy capaz de explicar lo que siento, por ejemplo cuando hablo de una rosa, no encuentro palabras para describir su belleza y lo que siento dentro de mí.
J.─ Quizás no sabes ver, y si no ves, difícilmente podrás explicar algo que no aprecias o entiendas. Veamos: ahí, en el estanque hay un pato nadando.
¿Qué ves?, ¿Cómo podrías explicarme si yo fuera ciego, si no pudiera ver lo que tú?
A.─ Fácil, te diría que veo un pato nadando en un gran estanque.
J.─ ¿Nada más?
A.─ Sí, hojas en el agua, árboles, gente.
J.─ ¿Comprendes por qué no eres capaz de escribir? En realidad no sabes ver. Escúchame por favor. Ese pato es un ave sumamente bella e interesante, como puedes observar, su plumaje es de muy diversos colores y tonos marrón, azul, negruzco. Tiene algunas plumas blancas, y todas ellas destellan con hermosos reflejos a la luz del atardecer, cuando los suaves rayos del sol en poniente las tocan con sus cálidos matices rojizos; se mece en el agua cual una hoja en el viento, y se puede apreciar que es feliz en su hermoso estanque de agua cristalina, nada con gran suavidad y calma, mientras siente el placer de vivir en un medio natural como este bello parque, del que hizo su hogar, es amigo de todos, pues todos lo alimentan y lo aprecian, ya que el hecho de admirar su belleza y reconocer su libertad, es valorarlo y apreciarlo.
Hay veces que parece estar soñando al mirar el verde follaje reflejarse en el agua, o ver a la pequeña carpa de color salmón pasando cerca de él, y haciéndole sentir irresistible atracción por sus preciosos matices. ¿En qué estará pensando? Creo que puede pensar en esta inmensa paz, en el agua que acaricia y mece suavemente su cuerpo, en la que se evapora lentamente, en la que se escapa por las paredes naturales del estanque para dar vida a los árboles, a la grama, a las plantas, a las flores, a ti y a mí que venimos a este lugar a cargarnos de vida y de paz. Ese ave, si tú la miras bien, veras que es un signo de lo natural, de vida, de paz, de despreocupación de querer alcanzar algo y no llegar, de encontrarse a gusto en su medio natural, siempre que deseemos estar en equilibrio y armonía con él y con nosotros mismos.
Pero sigamos describiendo. ¿Ves el agua que se mueve en círculos que se abren más y más partiendo de él? Fíjate como llegan a la orilla y parece que la acarician, parecen coronas de diamantes superpuestas que en forma continua se desplazan; observa los cambios de los rayos del sol al incidir en ellas, ves como parece contener un Arco Iris en su interior; mira como los árboles reflejados en la superficie del agua parecen irreales, emanados de un sueño, las ondulaciones del agua los hace moverse, no es como en un espejo, pues en este estarían fijos, ahí, en el agua; tienen vida, se reflejan cambiantes pues lo son, nada es fijo en un ser vivo, si lo fotografías hoy y lo miras mañana te parecerá igual, pero será ya diferente, si le haces una poesía hoy y otra mañana, estarás ante un espectáculo aparentemente igual, pero tanto él como tu poesía serán totalmente distintos.
Podría hablarte horas enteras de ese pato y su belleza, ya que esta no es solamente él, es también lo que nos hace sentir dentro de nosotros algo hermoso y atractivo. Pero quizás solo conseguiría aburrirte.
A.─ Aquella explicación me hizo ver, un panorama diferente, lleno de vida, me fijé en las hormigas, las lombrices, los insectos, seres que para mí solamente habían existido para molestarme. Aprecié el verdor de la grama, el olor a tierra mojada después de la lluvia o el riego, la diferencia de color entre una rama joven y una vieja, el murmullo del viento preñado de croar de ranas y cantos de diversas aves, toda una sinfonía de vida que hasta entonces no existía para mí y mis ojos, sordo e insensible, pues no había vida, simplemente pasaba por ella sin apreciarla o sentirla, intentan─ do cubrir una serie de necesidades básicas. Me estaba comportando como una máquina, sin sentimientos ni sentidos.
Desde ese día quería aprender más y más de José, cada vez que tenía un minuto iba a buscarlo y, curiosamente, desde ese día encontré palabras para expresar algo más de lo que sentía dentro de mí.
Esa forma de observar todas las cosas, además de permitirme escribir poemas, prosas o narraciones que reflejaran mis sentimientos, me ayudó a conocer a la gente, a los animales, a todos los seres animados e inanimados y en ocasiones a percibir cosas que para otros pasaban desapercibidas.
Y llegó a tal extremo, que sin quererlo se convirtió en una rutina en mí, hasta el punto de escuchar, oler, ver y sentir sin necesidad de poner mi intención en ello.