Muchas veces, cansado del trabajo y las desilusiones que en ocasiones produce la vida, uno y sin quererlo se sienta en la soledad y comienza a reflexionar, unas veces en forma de pensamiento y otras en forma escrita, por mi carácter prefiero hacerlo en forma de poesía, ya que me sirve de desahogo sin tener que contar mi tristeza o dolor a nadie, pues la intimidad del ser a nadie que no sea uno debe transcender, pues más vale el silencio a veces y se encuentra más consuelo en él, que contando algunas cosas a los oídos que nunca debieran de saber.
Alguien me dijo hace ya tiempo, los problemas no se deben contar, pues si lo dices a alguien que te quiere y no tiene solución para ofrecerte esa persona contigo sufrirá y si lo haces a aquel que no te estima, encima de tu dolor él se reirá.
En ese momento de mi vida, yo representaba los interese de muchas personas. Con una ruptura matrimonial reciente y con difíciles determinaciones que tomar.
REFLEXIÓN
Hoy, ante el cansancio que produce
la permanente lucha con la vida,
me pregunto ¿Es bueno ser luchador?
¿No es más sencillo rendirse?
Y, no sé qué contestarme,
cierro mis ojos y veo,
al luchador incansable
de aquellos mis años mozos,
que no le temía a nadie,
pero ahora cansado y enfermo,
sin el apoyo de nadie,
saco coraje del resto,
de esa hombría que no niego
y no presumo de ella,
pero arraigada profundo
no me permite rendirme,
ni decir que tengo miedo,
ni buscar a quien mitigue
los miedos que llevo dentro,
ni aun buscar el consuelo
en aquellos que me quieren
y pudiera trasmitirles
los mismos desasosiegos.
Me pregunto ¿Y si paras?
Cierro mis ojos y tiemblo,
defraudar la confianza
de aquellos que en mí,
la han puesto, destrozando
sin remedio, cientos y miles
de sueños, y de otros que su vida
dependen de mi sustento.
Ahora, si me contesto,
aunque luches en silencio
en batallas solitarias
sin permitirte el denuedo,
aunque sientas soledades
que dejan hielo en tu aliento,
debes luchar hasta el fin
sin importarte el esfuerzo,
tienes en tus manos sueños
de aquellos que te entregaron
sus ahorros, sus anhelos,
su confianza y ensueños,
si se lo debes a ellos,
cuando termines, descansa,
y entonces, tan solo entonces,
busca la calma y escapa,
siente el retiro, el silencio,
vive la calma, el sosiego,
y cuando cierres los ojos
veras tu rostro contento.
Vicente José Gil Herrera