Hubo un tiempo en que disfrutaba yendo a reuniones sociales y mezclándome en la bulla de las gentes. Pero a medida que me fui haciendo mayor, cambié mi papel al asistir, y tomé el rol del observador. Y sinceramente, me resultó más divertido y duradero. Ya que cuando me marchaba, analizaba a los concurrentes, o al menos a parte de ellos, los que más llamaban mi atención.
LA FERIA
¡Ha comenzado la feria!
Fiesta de niños que bullen
con alegrías y risas,
con los juegos y cacharros
que giran y dan mil vueltas.
Lo mismo son las señoras
engalanadas, con sedas,
se ponen todas su joyas
y se marchan a la feria.
Con ellas van sus maridos,
que las sacan de paseo,
¿O quizás es a la inversa?
La verdad nace mi duda
¿A quién poner la correa?
Pues con tanto mono suelto
que importa quién los pasea.
Sigue el tiovivo en la feria
lo mismito que la vida,
que gira y va dando vueltas,
con señoras con copete
y caballeros que dicen,
mas cuando llega el momento
el caballero y señora
desde lejos hay que verlos,
pues que de cerca resulta
difícil reconocerlos.
¡Ha comenzado la feria!
De nuevo el circo del Mundo
en la fiesta se refleja.
Quien pudiera con las letras
reflejar los sentimientos,
y hacer que resulte bello
lo que te hace llorar.
Quien pudiera con un verso
decir lo que está sintiendo
para que otros quisieran
contigo poder llorar.
Quien pudiera en la poesía
el alma desmenuzar
para que otros se rían
sin conocer la verdad.
Quien pudiera en el silencio
olvidar los sentimientos,
y desde lejos ir viendo
de este Mundo el Carnaval.