La duda que se presenta ante la inexorabilidad del tiempo, cuando uno ve que su vida se ha ido escapando lentamente, sin darse cuenta de que transcurría, y empieza a sentirse cansado de una lucha que parece no tener fin y en la que al parecer, se haga lo que se haga todo conduce a lo mismo. Siempre queda un vacío que no se puede llenar, siempre se añora algo, siempre se quiere algo, y la vida, la esperanza, los sueños, se van escapando entre los dedos como un puñado de arena que en forma incontenible siempre encuentra una rendija para dejar nuestra mano.
Pero siempre queda una opción, aunque triste, pero al fin y al cabo una posibilidad de aferrarse a la vida, la solución de los viejos, “recordar las batallitas”, ello, aunque efímero y fugaz, hace que por nuestras venas resurjan brotes de pasión, de alegría, de dolor, de tristezas, de todas esas sensaciones entremezcladas que son la esencia del vivir.
LAS GARRAS DEL TIEMPO
No sé si me encuentro triste,
pues hoy mirando mis manos
he visto que se avejentan,
poco a poco se convierten
en unas garras sedientas
que van buscando la tierra
o el agua que la alimenta,
como raíces de encina
que engarfiadas a las piedras
buscan sedientas ensueños
que refresquen sus vivencias,
mas cuando se escapa el tiempo
en rigidez de los dedos,
a veces con el silencio
solo responde la tierra,
erial del alma que muerta
no le quedan ni recuerdos,
y entonces con la tristeza
latiendo por corazón
relees aquellos versos
que antaño atesoraste
como recuerdos de amor.