CICATRICES

Cicatrices

Parroquianos. ¿Quién no tiene cicatrices?

Hoy, sin darme cuenta, me encontré que estaba absorto contemplando una cicatriz de mi brazo. Curiosamente mi mente voló a intentar recordar cada una de las cicatrices que “adornan” mi cuerpo.

Pensé, yo no necesito tatuajes. Si muriera sin documentos, no habría dificultad para identificarme. Comencé a recordar una a una, desde la más reciente hasta la más antigua. ¡Muchas, demasiadas! Basta decir que solamente de cirugías 33, desde 5 a 60 centímetros y la más lejana, hasta donde llega mi memoria a los 6 años. Muy dolorosa, me quedé colgando, enganchado del brazo izquierdo en un alambre de espinos con resultado de un desgarro de 14 puntos de sutura. Cuento más de 100. Unas más dolorosas, otras menos. Pero todas dejaron una experiencia, una vivencia, un recuerdo, que aún hoy después de años, me arranca una mueca o una sonrisa, pero lo que es cierto, es que ninguna me deja indiferente.

Pero mi mente divaga a otros derroteros, las cicatrices del alma. Más dolorosas, ya que a diferencia de las físicas, estas, aparentemente curadas, han dejado raíces que se enmarañan en el cuerpo, la mente y el alma, y se muestran cuando menos las esperas. Amores muertos, decepciones, traiciones propias y ajenas, impotencias no asimiladas, metas no alcanzadas, amores imposibles, pérdidas de capacidades. Intento contarlas, pero me resulta imposible por ser tantas y tan dolorosas. Pretendo verlas como un espectador que mirara a través del tiempo y la distancia y, me arrastran con la fuerza de un tornado. Al final, opto por cerrar los ojos y sufrir las más importantes, ya que todas sería imposible, son demasiadas. Al terminar, miro al cielo lluvioso y me contento, el cielo también llora, está lloviendo. Y se me escapa una sonrisa pensando que el cielo se alegrará al salir el Sol. Y yo, solo recordando cualquiera de las miles de vivencias bellas debo alegrarme. Lo importante es que ahora ya sonrío.

Parroquiano. No escondas tus cicatrices, recuérdalas y cúralas con el bálsamo de los recuerdos y las cosas bellas vividas y por vivir.

Un abrazo para todos.

Vicente Gil Herrera

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