CORAZÓN DE TINTA

CORAZÓN DE TINTA

El lector se sorprendió. Había tomado en sus manos un libro que le habían recomendado, y que durante largo tiempo estaba arrumado sobre la mesilla de noche. Miró la portada con una mezcla de indiferencia impregnada de incredulidad e indolencia. Había leído en pocas ocasiones, pero esa noche se encontraba aburrido. Al abrirlo, el corazón de la tinta que impregnaba las blancas páginas con unos signos que conocía, pero que solo utilizaba para intentar informarse de algunas cosas que acontecían o necesitaba.

Esa noche fue diferente. Sin saber cómo, el corazón de tinta se puso en contacto directo con su propio corazón. No leía, sentía el pulso de las letras penetrando en su cerebro que transitaban sus neuronas, circulaban por sus venas recorriendo cada célula de su cuerpo, hasta llegar a marcar el ritmo de su pulso.

Extrañamente, comenzó a sentir que entraba en el libro, y éste penetraba en él. No alcanzaba a distinguir si él era el autor de las manchadas páginas, era el protagonista, o simplemente estaba soñando con una vida que nuca tuvo. Inmerso en los paisajes, sintiendo la lluvia en sus carnes, previendo lo que acontecería, sintiendo amor, dolor, decepciones, deseos irrefrenables, placer, desesperanza, conociendo lugares, ciudades, paisajes y gentes que nunca había conocido. Recordando amigos y familia que nunca tuvo.

Ya no sabía distinguir entre el corazón de tinta y el suyo propio, ni si sus vivencias, porque las vivía intensamente, eran propias o inducidas. Leyó con fruición hasta terminar el legajo que tembloroso y extrañado sostenía entre sus manos, olvidándose de dormir, de comer, de ser él. En su rostro, sin que él lo percibiera se alternaban sonrisas, lágrimas, muecas que reflejaban inequívocamente que sentía cada letra, cada frase, cada párrafo. Que estaba viviendo como nunca hasta ahora lo había hecho.

Al día siguiente, hablando con un amigo que era un gran lector. Tuvo el coraje de confesarle lo que sintió. El amigo lo miró con una leve sonrisa en los ojos y le dijo.

─Has leído un gran libro, de un autor que escribió de corazón. Hay libros por los que pasas y vas comprendiendo lo escrito. Esos te enseñan cosas desconocidas o te hacen recordar algunas experiencias vividas. Cualquier libro te enseña o recuerda cosas, te acompaña, te ilustra y educa. Pero hay libros, que cuando tú entras en ellos, ellos entran en ti, haciéndote que los vivas, que sean tú, o tú seas el, el autor, el protagonista, que se conviertan en tu sentir y vivir. Y esos cambiarán tu vida.

─ A partir de ese día, se sintió diferente, más vivo, con una riqueza de vivencias que nunca antes había disfrutado.

Me gustaría conseguir ser el escritor, que con sus humildes escritos fuera capaz de lograr la comunión de las almas del lector, del corazón de tinta y del autor.

¿Y a ti, amigo/a lector/a o escritor/a?

Vicente José Gil Herrera

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