Cuando seas viejo.
Cosa que debe ocurrir, al menos con 100 años. Antes, ni se te ocurra sentirte viejo. Pero el consejo que sigue, debes empezar a practicarlo con anterioridad, cuando te jubiles o pases a la “reserva activa”.
Sentado en tu sillón favorito, no pierdas las esperanzas ni te sumas en tristezas pensando que no hay futuro. Vuelve la vista al pasado y comienza a recordar. Recuerdos de mil vivencias producidas cada año, ensueños que se cumplieron, y otros que se rompieron pero que sabes que guardas los pedazos cual tesoros.
Comienza lo atrás que puedas, y yendo pasito a paso sin premuras, sin carreras, con pasos cortos y lentos, comienza todo lo antes que permita tu memoria. Y yendo día por día, ves activando el recuerdo. Párate en cada instante, en las carreras de niño, en juguetes preferidos y también los que rompiste y aquellos que tú perdiste. Avanza día por día, y cuando dejes la infancia, prosigue en la pubertad, en los primeros amores, en aquel beso robado, en transgresiones de joven, en los amores vividos o en los amores soñados, pues todos al fin y al cabo son vivencias de tu alma, los noviazgos, las pasiones, los sufrimientos y penas, ya que cuando se recuerdan la mente los va esculpiendo para hacerlos tolerables, sigue avanzando despacio hasta llegar a tu edad, tu matrimonio, los hijos, incluso quizá los nietos. Alegrías y tristezas, amores y desengaños. Días de fiesta y soledad. Y si lo ves con detalle, mientras tu mente recuerde y no acabes las vivencias que disfrutaste y sufriste en esos tiempos de antaño. Te olvidarás del presente y la muerte no vendrá. Dicen que la Parca huye de la alegría, la risa, pues que la muerte es silencio y la vida algarabía y también felicidad. Sonríe, se feliz y recuerda toda tu vida. Así que rememora, y si lo haces con ganas otros 100 años vivirás. Dicen que recordar es volver a vivir, así que vive, vive el presente, pero si mezclas recuerdos, conseguirás un cóctel que emborracha los sentidos.
Parroquianos, a reír y a gozar. Larga vida y buen recuerdo. Sonreíd, la vida es bella aunque sea en los recuerdos, los ensueños, las pasiones, los deseos y los suspiros que perdidos en olvidos siguen viviendo muy dentro.
Vicente José Gil Herrera