EL LIBRO ANTE EL LECTOR.
¡Al fin! Dijo el libro.
Alguien que puede que me lea.
Y si lo hace, quizás haga una reflexión.
¿Cómo alguien que pretende ser poeta,
adulto y reflexivo, puede haber escrito
tal sarta de necedades en las que fueron
mis virginales páginas?
Por lo menos es un primer paso,
Si alguien llega a leerme,
empezaré a considerarme un libro.
Si alguien inicia una reflexión
por las pobres letras que me manchan,
empezaré a sentirme reflexivo.
Si alguno al leerme siente
que su corazón se acelera
o cambia su acompasado ritmo,
entonces me sentiré poesía.
Y si por dicha o suerte
consiguiera que esas letras,
que un loco poseso derramó en mi interior,
erizarán el vello del lector.
¡Ah, entonces!
¡Entonces sentiré que soy poemario!