Existen diferencias fundamentales entre los gatos y los perros. No solo en sus idiomas, MIAUUU y GUAUU. Aunque creo que los gatos son políglotas, pues cuando el perro se enfada y cambia el GUAUU por GRUUU, pone patas en polvorosa, o si es de los valientes se engrincha y le planta cara. Aunque, sigamos con las diferencias fundamentales, el perro está a tu servicio, con el gato es al contrario tu estas a su servicio. Al perro lo llamas y viene meneando la cola y haciendo carantoñas, al gato tú le haces carantoñas para que venga, el viene majestuosamente con caminar de vedette de musical, te mira por encima del hombro como diciendo ─¿Para qué me molestas. Me vas a dar algo? Ahí te quedas mundo amargo. Y se va con los mismos contoneos. Por otro lago pienso que el gato tiene telepatía, ¿nunca habéis visto una reunión de gatos? Se sientan tranquilamente o pasean con paso primorosamente lento con el rabo levantado, ninguno habla, ninguno se duerme, todos se miran y parecen entenderse. Con los perros es diferente, en una reunión de las mismas características, la mayoría se acuesta y se adormece, alguno se queda sentado (no creo que por vigilar, ni por ser diferente) y ninguno le para bola al otro, nada de telepatía ni de conversaciones.
Una vez fui a casa de unos amigos y tenían un gato, aunque al final salí con la conclusión que un gato tenía a mis amigos en su casa. Veréis, cuando llegué, mis amigos me recibieron a la entrada del piso y el gato llegó a inspeccionarme, me dio unas cuantas vueltas, olisqueó a ver que le parecía mi olor y se sentó en el círculo. Yo me moví ligeramente y el gato me hizo saber que le molestaba con una exclamación de FUUU. Procuré estarme quieto y mi amiga me dijo ─Es que es muy especial, le molesta casi todo. Fijate que cuando se enfada conmigo, sube a las repisas y echa abajo mis cosas, y si es con Pepe el enfado, echa las suyas. Yo lo tomé como una anécdota de un propietario orgulloso de la inteligencia de su gato, aunque luego más tarde lo interpreté como la mala chufa del gato.
Seguimos charlando y pasamos al salón. Me invitaron a sentarme y yo me dirigí a un sillón que estaba solitario, ya que entendí que mis anfitriones al ser dos se sentarían en el sofá. Cuando me faltaba medio metro para llegar al sillón, algo pasó como un cohete, no solo por la velocidad, sino también por el sonido. Saltó sobre el sillón, y fue digno de ver. Encaramado en el respaldo, clavó las cuatro patas, sacando las garras que como anzuelos de pesca se clavaron en la mullida tela, echó hacia adelante la cabeza, mientras agachaba las orejas y abría los ojos como platos, con una raya finísima en el medio, enrizando los bigotes; arqueó el lomo haciéndose más alto y corto a la vez, erizó todos los pelos de su cuerpo, incluido el rabo que estaba levantado apuntando al techo y me pareció ver a la Niña del Exorcista en forma de gato. Soltó un FUUUUUUUUUUU larguísimo, mezclado con una especie de GRRRRRR. Y yo con mucha cautela realicé una retirada estratégica, mientras mi amiga me decía ─Es que es su sillón. Calle por prudencia, pero me entraron ganas de decirle ─Coño, pon un letrero o mata al gato─ Yo estaba sinceramente acongojado (tenia las congojas en la garganta y sudaba frío). Me ofrecieron café y pastas, pero decliné la oferta, no fuera a ser que fueran las galletas o la taza del gato y Dios sabe que me hubiera hecho el animalito.
Bueno, sigamos con las diferencias, Un gato si lo maltratan se larga y no vuelve. Un perro regresa a su amo asumiendo que él ha hecho algo malo (triste, pero cierto). Un gato te busca para comer, para que lo acaricies, para que le hagas mimos, pero si alguien se mete contigo, el hace como que no se entera. Mientras el perro te cambia la comida por una caricia, te busca para hacerte partícipe de su felicidad al verte y si alguien se mete contigo, le enseña que no estás solo.
Bueno, Parroquianos, podría llenar un libro de las diferencias, pero creo que con las expuestas y las que tu recuerdas o te imaginas habrá suficiente.
Un fuerte abrazo para todas y todos. No os enfadéis, pero sinceramente prefiero abrazar a las damas. Soy como aquel bombero que fue a rescatar a un grupo que estaba atrapado en un incendio, se dirigió a todos y dijo ─Los hombre por ahí y las mujeres conmigo. Es broma. Hasta mañana.