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LA APRECIACIÓN DEL TIEMPO

Hoy, mientras fumaba un cigarrillo, me vino la idea de cómo apreciamos el tiempo. Miré mi cigarro consumido en algo más de dos tercios de su longitud, y sin quererlo, me puse a compararlo con mi periodo de vida. Es cierto, ya llevo más de dos tercios de mi vida fumados. Y entonces, me puse a analizar qué había significado el tiempo en las distintas edades de mi existencia. Es asombroso cómo cambia el concepto:

En la infancia carecía de importancia, a no ser la Noche de Reyes y cuando faltaban pocos días para mi cumpleaños, en ambas situaciones parecía que fuera lento y ansiaba que llegara el día. El resto del año no existía ni un asomo de medición.

A los 12, 13 y 14 años, estaba deseando cumplir los 18 para poder marcharme de casa por ser mayor de edad. Y como era objeto de maltrato, parecía no transcurrir, era terrible la espera, tanto que llegue a perder la paciencia y a los 14 decidí fugarme. Pero igualmente me encontré con el problema de que parecía transcurrir como si estuviera ralentizado, diría que más que eso, era como una de esas películas viejas de Betamax que transcurría a trompicones, pero en mi caso, no era por estar gastada, ya que estaba comenzando mi vida. Pero me urgía llegar a los 18 y ser mayor de edad para no tener que estar huyendo como un ilegal.

A los 18, parecía transcurrir demasiado rápido, como en una carrera de autos locos a más revoluciones de las normales, se acercaba el momento de ir al servicio militar, y tenía que terminar mis estudios, ya que un corte en su ritmo, podría significar tener que comenzar a acostumbrarme nuevamente al hábito de estudio.

A los 30, el mundo era mío, no me preocupaba el tiempo, ni cómo transcurría. Me encontraba feliz con su ritmo de paso y veía a las personas mayores como algo que no me ocurriría a mí.

A los 40 comencé a percibir que el tiempo transcurría inexorablemente, pero era un ritmo apropiado, me faltaba mucho para ser viejo, quedaba demasiado lejos para preocuparme.

A los 60, me parecía que el tiempo era una bola que alguien había abandonado en una ligera pendiente, y que cuanto más avanzaba en el recorrido, iba adquiriendo mayor velocidad. Ya empecé a reflexionar en cuantos años me gustaría vivir.

A los 70, algún desgraciado me ha inclinado más la pendiente, y esto va como coche cuesta abajo y sin frenos. Se augura un buen trompazo. Ahora, los días pasan como el cigarrillo, se consumen sin darte cuenta y cuando vas a dar una chupada, te encuentras que estás llegando al filtro y que te sabe a poco.

Entonces ¿Cómo se mide el tiempo? A mí personalmente, no me sirve por horas, días, meses y años. Ese modo proporcional no es el apropiado para mis sensaciones del tiempo.

Y tú Parroquiano. ¿Cómo percibes el tiempo? ¿Cómo una magnitud mensurable, o como una cosa de locos?

Un abrazo a todos.

 

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