LOS CICLOS
Cuantas veces habré visto como se alargan los días a medida que avanzamos camino a la primavera. Hoy, aquí sentado en mi despacho, mirando por la ventana, y comprobando el reloj, siento que estamos más cerca de ver plantas que florecen en explosión de color, aunque algunas engañadas por el buen tiempo que hace, ya nos regalan su flor. Así, año tras año. Tan solo ligeros cambios que nos va brindando el clima. Ciclos largos repetidos que no llegan a cansar.
Que diferente a mi vida, también tuvo sus estaciones: primavera, aquella infancia seguida de pubertad, sin pensar en el mañana, el futuro ya vendrá; verano, aquellos años vividos con toda vitalidad, sin que existieran barreras que no pudiera saltar; otoño, donde me encuentro, en que he cambiado la fuerza, y ahora uso el cerebro unido con la experiencia para lo mismo lograr. Tiempo duro y sin retorno que me aproxima al invierno; invierno, momento en que no seré, solo la sombra de antaño que en otro tiempo dejé, ¿Cómo estaré? No lo sé. Al llegar me enteraré si conservo facultades que me lo permitan ver.
Diferencia muy notable del calendario a la vida, ya que el vivir encamina a solo cuatro estaciones que no puedes repetir. Y no te vale decir, esta es mala, a otra puedo esperar, o sino al año próximo seguro que cambiará. En el ciclo de la vida, hay que vivirla tal cual, y como llegue la apuras, pues otro ciclo no habrá.
Parroquiano, cada instante, cada hora, cada día, tú los debes apurar, pues debes tener en cuenta que nunca habrá otro igual.
Vicente José Gil Herrera