Hoy te miré luna.
Te he mirado tantas veces que ya he perdido la cuenta.
Pero lo que no olvido, es cada vez que te vi estando enamorado. Y por mi carácter eso ha sido casi siempre, excepto en las veces que te miré con el corazón roto de amor. Los otros dolores y desengaños de la vida, tienen soluciones diferentes que no precisan tu mágica luz. Tú, mi luna, para un romántico eres como el albor del alma y un alma a oscuras deja de ser la esencia del amor y la vida.
Cuantas veces te he mirado con la ilusión en los ojos, dando rienda a mil ensueños que me hicieron ser feliz, olvidarme de tristezas o suponer un mañana que cuajado de venturas no pudiera terminar. Tanto, tanto te mire, que al final me enamore, era sentir tu sonrisa y como tu luz liviana que al acariciar, me cambiaba, me hacía ver un futuro todo bañado de plata. Ensueños con realidades que luego en el tiempo cambian, y regresaba llorando con heridas en el alma. Pero la tenue luz que emanabas acariciando con ternura, las heridas restañaba. Y de nuevo, sin quererlo, otra vez me enamoraba. Quizá pensaste me engaña. Pero mi querida luna, fue causa de la distancia, tú te encontrabas tan lejos, que la forma de tenerte, era el reflejo en los ojos de aquella mujer que amaba. Quizá mi luna, quizá, cuando me llegue la hora, me acerque a vivir contigo, y abrazados en los cielos, podamos iluminar y enseñar lo que es amor a pobres enamorados que nunca podrán llegar a sentir idolatría como la siento por ti.
Hay luna, luna.