Me gusta la libertad. El sentir la sensación de encontrarme preso, amarrado, limitado en mis movimientos me hace sentir una rebeldía que puede conducir a que escape de todo. Pero no se trata solamente de una libertad física o de la libertad de una sociedad o de tu pareja, o de tu casa. Es la libertad del pensamiento, de no tener que expresar lo que sientes o piensas. De no tener siquiera la limitación que produce en el pensamiento y el sentir el ayer o el mañana, pues ello condiciona tu hoy y te impide vivirlo, una veces por soñar en un pasado o futuro mejor y otras por temerlo por inverso.
ME GUSTA SER COMO EL POTRO
En lo poco que he aprendido
de lo que me tocó vivir,
alguna cosa comprendo
de lo que puedo sentir,
me gusta ser como el potro
que caminando sin rienda
galopa por la pradera
sin que nadie le detenga,
mas también resulta cierto
que gusto tener establo
que del frío me guarezca,
aun siendo potro salvaje
me gusta tener mi yegua,
no piense que porque es hembra,
la quiero por compañera
y escuchando sus relinchos
entregarle vida entera,
después, otro galope a la sierra,
buscando las libertades,
que el viento mueva mis crines,
que mis patas me acompañen,
que al pasar por el camino
sienta que tiembla la tierra,
que mirando hacia los cielos
vaya buscando quimera
con cualquiera que se atreva
a estorbarme en mi camino.
Me gusta ser como el potro
que le corre donde quiera,
sin pensar en esas cosas
que a veces piensa el caballo,
el mañana cuando llegue
pues no se encuentra presente
y por lo tanto no existe,
el ayer para los sueños
que cuando vives momentos
tan solo puedes pensar
en eso que estás haciendo,
no existe nada importante
sino aquello que se hace
en ese preciso instante.
Vicente José Gil Herrera