TE AÑORARÉ GUITARRA.

Cuando digo que soy enamoradizo, no solo lo he sido y lo soy de atributos femeninos. Lo soy de la vida de todo lo que me rodea. La naturaleza, el arte, los pequeños detalles, la belleza física y esa etérea que algunas personas emanan con su sola presencia. ¿Qué le voy a hacer? Y también las mujeres. Pero quizá en una forma especial, en su conjunto, no solo lo físico, en su sentir, en esos rasgos intrínsecos que especialmente las diferencia de nosotros, o al menos de mí. Son incomparables. Es como intentar comparar un Cardo Borriquero con una Rosa. Ambas tienen tallos, son plantas, tienen pétalos, corolas, estambres, pistilos, aromas y espinas, pero tan diferentes, que en nada se parecen. Y por si no se han dado cuenta el Cardo soy yo.

 

Aunque parezca otra cosa, es una poesía a mi guitarra, ese mi amor de madera, que aunque lo pongan en duda tenía su corazón. Por un accidente de coche, con fracturas en el brazo izquierdo, en el cúbito y el radio, tuvieron que ponerme una placa de titanio con 8 tornillos en el cúbito, el radio se empalmó solito. Por esa causa, perdía torsión de la mano y también algunos movimientos de los dedos. Los puedo mover casi como una persona normal, pero no con la delicadeza, tacto, velocidad, suavidad y sensibilidad que requiere tocar una guitarra para hacerla hablar. Y después de muchos años conmigo, y varios años intentando recuperarme, llegó el momento de despedirme de ella. La regalé a un amigo, y lloré en silencio cuando la tocó. Lo hacía muy bien. Pero no era yo quien la acariciaba.

 

TE AÑORARÉ GUITARRA.

 

Te añoré.

Anoche te añoré.

La vi, tan parecida a ti,

que sin poderlo evitar

yo te tuve que añorar,

sus formas eran las tuyas

su color era el color

que recordaba mi alma,

su voz no era tu voz

más tenía semejanzas,

su expresión cuando aquel hombre

la acariciaba extasiado,

era distinta a la tuya

cuando mis dedos sentidos

iban pulsando tus nervios,

sus quejas aunque sentidas

eran distintas, más quedas,

quizás carentes de vida

por ser distintas caricias

y diferentes las manos,

que en su palpitar de vida

buscaban sus sentimientos.

Te añoré, te añoré tanto,

que una lagrima furtiva

tuvo que ser escondida

para que nadie me viera,

que la mano tensionada

iba buscando tu cuerpo

donde ya no se encontraba,

que la mente enfebrecida

iba impulsando mis dedos

buscando lograr tus notas,

mientras creaba recuerdos

que me hicieran padecer.

 

Te añoré.

Malaya suerte la mía

cuando mi mano, aún con vida

me demostró el imposible

de volverte a acariciar,

de hacer que todos tus recuerdos

reflejaran sentimientos

sin tenerlos que expresar.

Maldito fue aquel momento

que tomé la decisión

de dejarte en otras manos

que pudieran darte vida,

la misma que inútil mano

por un tiempo te negó.

 

Te añoré, y pienso que desde antes,

desde aquel mismo momento

que un día te regalé,

yo te he venido añorando,

escondiendo sentidos,

eludiendo oír gritamos

que recordando tu voz,

más la cruel realidad

aunque lo intenté ocultar

Yo siempre te añoraré.

 

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